Te daré gracias por siempre (Salmo 30)


El leproso agradecido se nos presenta en el evangelio de este domingo como icono de gratitud  (Lc 17,11-19). El agradecimiento aparece en la Biblia como una de las claves principales para describir la respuesta del ser humano a Dios. Y a la celebración más importante de los cristianos le llamamos “Eucaristía” que significa “Acción de Gracias”. Fijaos qué importante es para nosotros, como creyentes vivir en Gratitud, con agradecimiento.
Lucas 17, 11-19

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”. Al verlos, les dijo: “Id a presentaros a los sacerdotes”.Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.Jesús tomó la palabra y dijo: “¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?”Y le dijo: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado”.

El agradecimiento aparece en la Biblia como una de las claves principales para describir la respuesta del ser humano a Dios. Y a la celebración más importante de los cristianos le llamamos “Eucaristía” que significa “Acción de Gracias”. Fijaos qué importante es para nosotros, como creyentes vivir en Gratitud, con agradecimiento.

El leproso agradecido se nos presenta en el evangelio de este domingo como icono de gratitud  (Lc 17,11-19). Nos indigna la actitud que manifiestan los nueve leprosos que no acuden a agradecer su curación a Jesús en este pasaje. Pero fijaos bien que, en realidad, los otros nueve leprosos curados lo que hacen es cumplir las instrucciones que les da Jesús: ir a presentarse a los sacerdotes.

Ahora bien, uno de ellos tiene suficiente sensibilidad espiritual para reconocer profundamente el don recibido y, dejando para más tarde las prescripciones legales, da primacía a la expresión del agradecimiento.

La gratitud parece presentarse aquí como un plus, como algo que no cabe dar por supuesto ni en las relaciones humanas ni en la vida de fe, y como una actitud más bien minoritaria estadísticamente (el 10 %).

El agradecimiento brota de vivir con una especial sensibilidad espiritual: es vivir, no “por fuera”, sino con la profundidad del que ha desarrollado la dinámica de captar con agradecimiento tanto bien recibido.

Vivimos empapelando nuestro mundo interior de facturas, de cuentas pendientes que queremos que alguien nos pague. Esto nos distrae del agradecimiento y poco a poco nos va quitando la energía para vivir que el agradecimiento activa en nuestro interior.


En la tarea 
de ser padres

Os propongo para la reflexión, en pareja o personal, un fragmento de un artículo de Virginia Cagigal, profesora de la Universidad Pontificia Comillas, titulado “Tú eres mi Dios, te doy gracias: el AGRADECIMIENTO” publicado en Sal Terrae 2013, nº 101. Podéis acceder al artículo completo en el link.



…Es importante ayudar a entender cuándo y cómo le transmitimos el agradecimiento al otro. En esto el lenguaje también tienen sus códigos culturales, en el sentido más amplio de las culturas, pero también en las diferentes familias de las que proceden marido y mujer al formar una pareja; para uno, ofrecer un detalle puede significar «intentar comprar» al otro, mientras que para el otro es la forma más exquisita de decir gracias; para uno, decirlo sin palabras es más sutil y expresivo, mientras que para el otro es incomprensible... A veces se piensa que «ya se nota, ¿no?, y por tanto no hay que decirlo», mientras que para el otro es una enorme sorpresa cuando lo escucha en palabras concretas y le genera un importante efecto de haber sido atendido y de que se ha puesto el otro en su lugar. Aprender a decodificar los significados de los gestos y expresiones de quienes tenemos alrededor y nos quieren es muy importante a la hora de comprender el nivel emocional de nuestros intercambios, y en especial en una emoción positiva tan singular y humana como es el agradecimiento.…El esfuerzo de los educadores –padres y profesores– por ayudarles a desarrollar la empatía para ponerse en el lugar del otro, apreciar sus esfuerzos, valorar su generosidad, es importante, porque de este modo contribuiremos a forjar jóvenes con más capacidad de compromiso con las personas más cercanas y con más capacidad de aceptar y acoger en su círculo de relaciones personales a otras personas de entornos no tan cercanos inicialmente.«Es de bien nacido ser agradecido» reza el refranero. Pero vivimos una época en la que se escucha más la queja que el reconocimiento de lo recibido y de lo que se tiene, con la mirada más puesta en lo que falta que en lo que uno goza: salud, familia, trabajo, amistad, experiencia, cualidades personales, recorrido vital... Pedir y reivindicar contribuye a mejorar las cosas, ¿qué duda cabe?; pero tener un corazón agradecido y capaz de encontrar motivos para agradecer ayuda a sentirse seguro, confiado; en definitiva, a reconocer a quien nos ama y a saberse profundamente amado.



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