¿Deseas honrar el Cuerpo de Cristo…?


A propósito de la Fiesta del Corpus, en la que la Comunidad Cristiana celebramos y proclamamos nuestra fe en la Eucaristía, os propongo la reflexión con que ya hace siglos nos iluminaba San Juan Crisóstomo.















“¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo encuentres desnudo en los pobres, ni lo honres aquí en el templo con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez. Porque el mismo que dijo: “esto es mi cuerpo”, y con su palabra llevó a realidad lo que decía, afirmó también: “tuve hambre y no me distéis de comer”… ¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento, y luego, con lo que sobre, adornarás la mesa de Cristo.”
San Juan Crisóstomo (Homilías sobre el Evangelio de Mateo, 50, 3-4)



El amor y servicio a los más necesitados se nos presenta en el Evangelio a los seguidores de Jesús como una exigencia y una seña de identidad. Y en el texto que comenta San Juan Crisóstomo, precisamente el de Mt. 25, 31-46 sobre el Juicio Final, Cristo Glorioso asocia a su gloria a cuantos le han amado y servido en los pobres de la tierra.

De ahí que los cristianos, convocados en esta Fiesta del Corpus, a celebrar nuestra fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, debemos sentir el eco de su llamada a honrar activamente el cuerpo de Cristo en el cuerpo de los pobres, a reconocer en el hermano pobre y doliente, el rostro radiante del Crucificado. Los pobres son hoy, como ayer, el lugar de encuentro con el Resucitado, junto con la Eucaristía.

El encuentro con los más necesitados, por ello, es una exigencia ineludible del culto a la Eucaristía. Y este Sacramento Eucarístico, al mismo tiempo, inspira y acompaña como fuente y alimento nuestra salida al encuentro de los más vulnerables.

Vivificados por el Sacramento del Amor desarrollamos el dinamismo del amor y la misericordia divina, que nos impulsa a actualizar la opción, el compromiso y las acciones de Jesús en favor de los últimos.

En este día en que celebramos también a Nuestra Señora del Recuerdo, la advocación de María a quien encomendamos nuestra energía y vida evangélica en la parroquia, pedimos a la Madre que nos Recuerde el gesto de Jesús, su opción, la entrega total a la que nos llama en el Sacramento de Eucaristía y pedimos a la Madre que nos haga memoria de Cristo en los últimos, en los más necesitados de nuestro mundo en quienes reconocemos al Señor Jesús.


 
San Juan Crisóstomo nació en Antioquía (Siria) 349. Tras sus estudios de retórica, en la que era tan bueno que todos le llamaban “pico de oro” (es el significado de Crisóstomo). Comenzó una vida de anacoreta en las montañas que tuvo que dejar por su mala salud volviendo a Antioquia donde fue ordenado sacerdote. En el 397 fue elegido obispo de Constantinopla, fue un pastor ejemplar, llevando una vida estricta y tratando de reformar la Iglesia lo que le granjeó muchos enemigos, entre otros la corte imperial, que le mandó dos veces al destierro donde murió en 407.

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